domingo, 8 de enero de 2012


Lección 1: Definiciones y origen

Intento: 451

Definiciones y origen


El término «ángel» deriva de una traducción griega del original hebreo «mal’akh», que significaba antiguamente «la cara oculta de Dios». En griego, el término «ággelos» se traduce por «mensajero» o «enviado». El latín «angelus» quiere decir algo parecido a «vehículo de información».
De la misma forma que un directivo necesita una secretaria, un «chef» de cocina un pinche, o un presidente unos ministros, el Gran Arquitecto del Universo, el Ser Supremo, Energía Primigenia (Aïn Soph) o como cada uno prefiera llamarle, también precisó de una ayuda cuando decidió crear el mundo. Y esta tarea fue encomendada a las legiones angélicas. En términos coloquiales, se les puede considerar como unos «operarios» divinos, encargados de transmitir a la Tierra los designios del cielo, porque la divinidad no puede llegar a establecer contacto con sus infinitas creaciones si no es a través de los ángeles. Por lo que acabamos de exponer, situar y concretar el momento de la aparición del primer ángel resulta tan difícil como precisar qué fue lo que ocurrió en el momento de la Creación. Pero, tomando como base la obra de Max Heindel, podemos ofrecer al menos un marco de referencia. Según este autor, el esquema evolutivo en el que estamos inmersos se ha de desarrollar a lo largo de un «Gran Período de Manifestación», el cual consta de siete Días. Cada Día estaría dividido en siete partes o revoluciones.
Actualmente, según coinciden muchos esoteristas, nos encontraríamos en el cuarto Día -al inicio del cual apareció la materia tal y como la conocemos- y en la cuarta Revolución. Aunque, en realidad el acceso a esta cuarta etapa no es uniforme ni se ha completado. Este era el plan previsto, pero hace 25.000 años la generación de los Atlantes no dio el salto evolutivo previsto, la humanidad no alcanzó entonces el nivel necesario para pasar a la cuarta revolución, según afirma el grupo de contactados AZTLAN. En su libro «Los Manuscritos de Geenom» dicen que la mayor parte de los seres humanos actuales pertenecerían al esquema 4.3 (cuarto Día, tercera Revolución). El acceso a la dimensión 4.4 depende del nivel de conciencia del ser humano. Pertenecen a ella todos los hombres que han alcanzado un desarrollo intelectual armónico, es decir un equilibrio entre las funciones de sus dos hemisferios cerebrales.
Se asocia el hemisferio izquierdo con lo masculino, con la organización, la búsqueda intelectual, la ciencia, la razón, la lógica, es la parte analítica del cerebro, la que organiza la información y la verbaliza pero es incapaz de generar nuevas ideas. En cambio, al hemisferio derecho se le relaciona con lo femenino, con la intuición, la clarividencia, la precognición, la receptividad, la sensibilidad, la creatividad, la mística, es el cerebro holístico, el del artificio y la novedad. Los dos hemisferios se comportan a menudo como Caín y Abel, el primero no se fía del segundo. Cuando seamos capaces de superar este enfrentamiento ancestral, alcanzaremos un nivel superior.
ManuscritosDicen los «Manuscritos» mencionados que si en la etapa 4.3 el hombre utiliza aproximadamente un diez por ciento de su capacidad intelectual, en la etapa 4.4 este porcentaje aumenta hasta el veinticinco o el treinta por ciento. El 4.4 es por consiguiente el hombre de la Nueva Era. Lograr que la humanidad en su conjunto dé este salto evolutivo depende del hecho que alcancemos un número crítico de personas que respondan a esta nueva mentalidad. Anne y Daniel Meurois Givaudan dicen en su obra «Memorias de Esenio» que si un tercio de los hombres se pusiera a emitir sentimientos de paz y armonía, la estructura de toda la materia quedaría transformada para siempre. ¿Significa esto que la masa crítica a la que nos referíamos tendría que formarla la tercera parte de la humanidad actual? Lo cierto es que a la hora de cuantificar esta masa crítica, nadie, que sepamos, ha aportado datos concretos. Existe otra hipótesis que merece ser tenida en cuenta por su rigor científico: la del denominado «Proyecto Coherencia». Se trata de un experimento que se inició en Estados Unidos a partir de unos postulados físicos que pregonan que si una pequeña parte del todo alcanza el equilibrio, éste se propaga al resto del sistema. El experimento, llevado a cabo por científicos y profesores de universidad, consiste en formar grupos de meditación colectiva para mandar pensamientos armónicos al conjunto social. A través de un complejo sistema de medición sociológica, estos científicos han determinado que la proporción necesaria de meditadores para que se equilibre el conjunto social gira en torno a la raíz cuadrada del uno por ciento del conjunto. Por ejemplo, en una ciudad de cuatro millones de personas, bastaría con que unas 225 se pusieran de acuerdo para meditar de forma conjunta. Han podido verificar que las ciudades en las que se desarrolló el experimento han visto bajar su tasa de paro, enfermedad y criminalidad de forma significativa. (Esta información ha sido publicada por la revista «Más Allá» nº 71.)
Sea cual sea ese número crítico, lo que es indudable es que cada ser humano tiene en ello su parte de responsabilidad, no cabe esperar sentado a que el mundo evolucione por si mismo. Cuantos más sean los que se comprometan, más rápido daremos el salto.
En las dimensiones 4.5, 4.6 y 4.7 (cuarto Día, quinta, sexta y séptima Revolución) se encuentran seres humanos que han alcanzado un grado de evolución muy superior al nuestro, son los llamados «Hermanos Mayores». Poseen una entidad física bastante parecida a la nuestra y moran en otros planetas. A menudo nos visitan e intentan aconsejarnos y advertirnos sobre el futuro incierto de nuestro planeta si seguimos expoliándolo como lo hacemos.
En la quinta dimensión -analizada con profusión de detalles por Kabaleb en su obra «Interpretación Esotérica del Apocalipsis» el cuerpo físico desaparece, la vida se desarrolla en el plano etérico, un lugar en el que no existe la materia física, ni los cuerpos; se trata de un mundo que está ínter penetrado con el nuestro, pero invisible a nuestros sentidos. Esta es la dimensión angélica, allí moran los ángeles actuales. Aunque la mención de las dimensiones anteriores nos ha alejado un tanto del tema central de este libro, era necesario tenerla en cuenta para situar adecuadamente esta morada angélica y ofrecerle un marco de referencia.
Existen infinidad de categorías angélicas. Algunas, las que prestaron su ayuda para la creación de nuestro sistema solar, provienen de anteriores «Periodos de Manifestación» y es muy difícil indagar acerca de su origen. Otras, según Max Heindel, alcanzaron el nivel angélico en anteriores Días. Hay pues entre las infinitas miríadas de ángeles niveles muy distintos de evolución. Pero en todo caso, lo que ha de quedar claro es que un ángel es un ser que, tras haber alcanzado cierto grado evolutivo, ha perdido su corporeidad física y mora en el mundo de las energías sutiles. Nada en el universo surge por generación espontánea, sino que cada estado es el resultado de una lenta evolución.
Los ángeles no tienen forma, son energía pura, pero algunos investigadores ocultos dicen que pueden tomar una apariencia casi humana cuando lo creen necesario para entrar en contacto con los hombres. Las alas con las que se les suele representar en imágenes y pinturas son en realidad su aura. Ellos no necesitan alas para volar ya que son puro espíritu. Carecen de edad, porque se mueven fuera de nuestra dimensión espacio-temporal y a una velocidad superior a la de la luz.
Los ángeles no mueren como nosotros, pero tienen períodos de descanso tras los cuales asumen un nuevo vehículo etérico. Se alimentan con radiaciones de energía, ya que se mueven en una esfera totalmente inmaterial.

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