domingo, 22 de enero de 2012



Hamlet Lima Quintana: adiós a la sinfonía de entrecasa
por Rosana Gutiérrez
"...Al quemarse en el cielo la luz del día
me voy.
Con el cuero asombrado me iré
Ronco al gritar que volveré
Repartido en el aire al cantar,
siempre
Mi razón no pide piedad,
se dispone a partir.
No me asusta la muerte ritual,
sólo dormir, verme borrar.
Una historia me recordará
Siempre..." (1)

Hace unos pocos días, la Ciudad de Buenos Aires, amaneció con una triste noticia: el poeta Hamlet Lima Quintana, uno de los más importantes nombres de la literatura y la música folklórica argentina, había fallecido, a los 78 años, dejando una herencia de zambas, poemas y compromiso político con la gente. Amigo de Armando Tejada Gómez ("su hermano, tal cómo él lo llamaba") y junto a él, los músicos Ariel Ramírez y Mario Arnedo Gallo, supo revolucionar la estética folklórica, convirtiendo el costumbrismo y el paisajismo de entonces, en delicada poesía plagada de metáforas apuntando hacia lo humano, como un compromiso de vida e ideología con el hombre.
Es que Lima Quintana había mamado la lírica de los más grandes: incluyendo a Tejada Gómez, sus "maestros" fueron, Raúl González Tuñón, Javier Villafañe, Pablo Neruda, Miguel Ángel Asturias, César Vallejo y Elvio Romero, entre muchos otros artífices de la palabra; y también su propio padre, que escribía sonetos y cuyo ejemplo resultó decisivo para el rumbo que el poeta iba a seguir.
Entre las décadas de 1940 y 1960, fue músico y cantante del género folklórico y aunque luego dejó de cantar, su carrera literaria continuó en una obra que se extendió a lo largo de más de veinte libros de poesía.
En 1961, escribió la zamba La Amanecida, cuya forma y métrica rompió los moldes tradicionales del género. Si bien esto le ganó gran cantidad de críticas entre los círculos oficiales, fue muy apreciado por el público.
Hamlet Lima Quintana fue parte del cambio del folklore de los 60' , integrando el movimiento Nuevo Cancionero Popular, donde la palabra y el canto se volvieron testimonio. Corriente integrada además por figuras de la talla de Mercedes Sosa y Oscar Matus.
Monte de soledad
nos vamos bebiendo el día.
Y un andar por la tierra salobre
de lagrimas perdidas.

Ya no puedo decir
que el viento es pan de horizonte
no acercan la mañana a mi boca,
labio... carne de cobre.

Voy tentando una clara
sobre el vacío del sol...
y esta zamba
que canta y te nombra
me llora entre las manos...
y esta zamba
que canta y te nombra,
tiene un grito en el final.

Carne de mi canción,
palabra que va naciendo.
Voy a hacer de mi tierra aceituna,
silbando como el viento,
luz de un amanecer
quiere florecer mi boca.
Mi piel suena en un parche reseco
que canta sobre las hojas.(2)

Pampeano de pura cepa, amigo de vinos y guitarreadas, nació en la localidad de Morón en 1923, pero pasó parte de su infancia y adolescencia en Saladillo, un pueblo de la provincia de Buenos Aires ("entre durazneros, torcazas, y el sol del mediodía).
Llevó la palabra, los poemas y canciones por los cuatro puntos cardinales de su país y de toda América. Con su imaginario, le dio un color distinto a la canción popular, un tono de abrazo fraternal y solidario ante el dolor de otros pueblos.
Contribuyó a la defensa de la Revolución Cubana y, éste fue uno de los aspectos más destacables de su militancia política y humana. Justamente uno de sus últimos trabajos se trató de la letra de El diario del regreso, con música de Óscar Cardozo Ocampo y la voz del cantante Jairo. Inaugurado en Santa Clara, Cuba, en el Memorial donde descansan los restos de Ernesto "Che" Guevara, acompañado por la Orquesta Sinfónica de Villa Clara.
Los poemas que integran la cantata Diario del regreso, según contó el mismo Lima Quintana " los empezó a escribir en sueños" y surgieron en junio del 97 cuando un grupo de antropólogos cubanos descubrió en La Higuera, Bolivia, los restos del Che Guevara.
Relatan el viaje de los restos del guerrillero revolucionario desde Vallegrande, Bolivia, hasta los brazos del pueblo cubano, con su resurrección en Santa Clara. El carácter épico de la obra tiene mucho que ver con la estética de la militancia sesentista y no es, de ningún modo caprichoso emparentarlo con la antológica pieza Romance de la muerte del General Lavalle, de Ernesto Sábato, musicalizada por Eduardo Falú.
La cantata, al ritmo de huayno, chacarera, candombe y habanera, realzados por instrumentos de percusión latinoamericanos; cuenta con catorce canciones donde la poesía de Hamlet Lima Quintana se manifiesta con toda su fuerza; esto dado además por el hecho de que Guevara habla en primera persona. El "Ché" que Lima Quintana rescata "de sus sueños", está relacionado con la naturaleza y con la gente; visto como un ser humano que "trasciende a un icono estampado en una camiseta"
"Despierta, hermano, ya estoy dispuesto
a que organicen todos mis huesos.
Menos mis manos, que están ausentes,
como viajeras del infinito.

Pongan mis huesos en una barca,
la proa ardiendo de la victoria.
Sol en la cara, como he vivido
La cara al frente, como he luchado

Pongan mis huesos, que en esta jura,
transfigurada en una bandera,
de pueblos libres, que irán cantando,
mi eterno amor revolucionario (...)

Parten mis rosas hacia el futuro
Y son mis huesos, todos rosales
Pero un temblor en el aire tibio
Porque en mi vuelo, vuelo en palomas"(3)

La verdadera importancia del legado que dejó Hamlet Lima Quintana, es que sus poemas están en la boca del pueblo. Porque...¿Quién de todos los argentinos no ha entonado alguna vez su Zamba para no morir? ¿Cuál de ellos no le ha dedicado, alguna vez a algún ser querido el poema Gente?
Hay gente que con sólo decir una palabra
enciende la ilusión y los rosales:
que con sólo sonreír entre los ojos
nos invita a viajar por otras zonas,
nos hace recorrer toda la magia.

Hay gente que con sólo dar la mano
rompe la soledad, pone la mesa,
sirve el puchero, coloca guirnaldas;
que con sólo empuñar una guitarra
hace una sinfonía de entre casa.

Hay gente que con sólo abrir la boca
llega hasta los límites del alma,
alimenta una flor, inventa sueños,
hace cantar el vino en las tinajas
y se queda después como si nada
y uno se va de novio con la vida
desterrando una muerte solitaria
pues sabe que a la vuelta de la esquina
hay gente que es así, tan necesaria. (4)

No hay momento más oportuno que éste para gente necesaria, en Argentina diezmada y dolorida. Hamlet Lima Quintana era un poeta necesario. Decir "era" duele mucho, pero tal vez un poco menos, si se piensa que en este momento, ahora mismo está junto a Armando, junto a Óscar, a sus amigos, jugándose un truco sin señas, tomándose el mejor vino de Mendoza y guitarreándole al cielo, alguna zamba nueva.

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