Las grandes enseñanzas espirituales nos muestran cómo tener presente a ese yo interior que nunca muere, a la vez que nos facilitan el camino para lograr el aprendizaje junto a él.
" Aprender es recordar ", expresó Platón . Se refería a que cada cosa que aprendemos ya fue, en realidad, motivo de una enseñanza anterior, de otros tiempos, que guardamos en nuestro interior. El vocablo latino "cor, cordis" significa "corazón"; recordar, es entonces, volver al corazón. Es decir, recordar es crecer, es conocerse a uno mismo, es encontrarse, es una apertura del entendimiento y de la conciencia hacia una concepción más profunda de nuestra realidad.
¿Cuantas veces tenemos "recuerdos" de lugares y momentos aparentemente no vividos? ¿En cuántas oportunidades se nos presentan personas con rostros desconocidos, pero que, sin embargo, nos generan rechazo o afinidad inmediata, como si ya hubiéramos tenido vivencias previas con ellas?
Estas situaciones en algunos casos son experiencias reales de otras vidas. Sabemos que la educación cultural es limitada y dificulta su comprensión, pero ¿qué nos hace volver a vivirlas? ¿Un destino, quizás? ¿Esa otra persona que, sin siquiera conocerla, nos resulta tan familiar no habrá sido en otra vida alguien a quien quisimos, y por eso sentimos una atracción inexplicable hacia ella? ¿Cuántas veces nos hermanamos de manera más íntima con un individuo ajeno a nuestra familia que con una persona de nuestra misma sangre, o sentimos que alguien es como un padre sin haber sido concebidos por él en esta vida? ¿Serán todos éstos, recuerdos de otras vidas? Muy probablemente; de cualquier manera, es necesaria la pregunta.
" Aprender es recordar ", expresó Platón . Se refería a que cada cosa que aprendemos ya fue, en realidad, motivo de una enseñanza anterior, de otros tiempos, que guardamos en nuestro interior. El vocablo latino "cor, cordis" significa "corazón"; recordar, es entonces, volver al corazón. Es decir, recordar es crecer, es conocerse a uno mismo, es encontrarse, es una apertura del entendimiento y de la conciencia hacia una concepción más profunda de nuestra realidad.
¿Cuantas veces tenemos "recuerdos" de lugares y momentos aparentemente no vividos? ¿En cuántas oportunidades se nos presentan personas con rostros desconocidos, pero que, sin embargo, nos generan rechazo o afinidad inmediata, como si ya hubiéramos tenido vivencias previas con ellas?
Estas situaciones en algunos casos son experiencias reales de otras vidas. Sabemos que la educación cultural es limitada y dificulta su comprensión, pero ¿qué nos hace volver a vivirlas? ¿Un destino, quizás? ¿Esa otra persona que, sin siquiera conocerla, nos resulta tan familiar no habrá sido en otra vida alguien a quien quisimos, y por eso sentimos una atracción inexplicable hacia ella? ¿Cuántas veces nos hermanamos de manera más íntima con un individuo ajeno a nuestra familia que con una persona de nuestra misma sangre, o sentimos que alguien es como un padre sin haber sido concebidos por él en esta vida? ¿Serán todos éstos, recuerdos de otras vidas? Muy probablemente; de cualquier manera, es necesaria la pregunta.
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