miércoles, 8 de febrero de 2012



"Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto". (Mateo V)

Este mandamiento de Jesús es una de las cosas más tremendas en toda la Biblia. Meditemos Sus palabras. Él nos manda que seamos perfectos como Dios mismo es perfecto; y, como sabemos que Él no ordenaría lo imposible, vemos como Él afirma aquí la doctrina de que es posible al hombre llegar a ser divinamente perfecto. Pero aún más; Jesús lo propone como algo que tenemos que efectuar. De aquí se desprende, por lo tanto, que el hombre no puede ser ese hijo del pecado, desheredado y sin esperanza, que tan a menudo nos ha presentado la teología, sino que es de linaje divino, hijo del Padre que está en los Cielos, y en consecuencia potencialmente perfecto.


Del Libro "Sermón del Monte" Emmet Fox

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