¿Qué ves cuando miras mis ojos?
¿Ves acaso la libertad?
¿Ves el valor con que afrontar la vida?
¿Ves el miedo a perder?
¿Ves la esperanza nunca perdida
que late como un fuego eterno en mi corazón?
¿Ves la respuesta a tus preguntas,
la razón para seguir?
Acaso es la paz lo que en mí hallas,
mecido por un viento cálido que te envuelve,
el seno del que amor te brinda
y no te pide nada a cambio.
Ves en mí, quizás, lo que nunca muere,
lo que a pesar de transformarse,
en su esencia es siempre constante.
Soy la fuerza que te eleva,
lo que aguarda a tu alcance
cuando duele el corazón o te embarga la tristeza,
aquello a lo que acudes
cuando encuentras injusticia.
Lo perfecto, lo admirable,
terrible y poderosa, pero siempre reconfortante.
Me llamas madre y de mí te alimentas,
tú, el hijo que nunca se independiza,
el que no me abandona, aunque quiera,
y que a veces exige tanto que mi fe se desmorona.
Y entonces lloras, perdido,
cuando el huracán te abate,
cuando el trueno te ensordece,
cuando la tormenta te ahoga.
Recréate cuando luzca el sol,
disfruta con la suave lluvia
que revive los verdes campos
y hace sonar las alegres campanillas.
Regocíjate en mirar en mis ojos,
que hallarás siempre observándote,
pues yo lo soy todo.
Vive en mí,
conmigo,
pues yo te resguardaré de mi propia ira.
Aprende a comprender que ésta no es más
que mi forma de enseñarte a vivir tu vida.
¡Muchas gracias a todos!
¿Ves la respuesta a tus preguntas,
la razón para seguir?
Acaso es la paz lo que en mí hallas,
mecido por un viento cálido que te envuelve,
el seno del que amor te brinda
y no te pide nada a cambio.
Ves en mí, quizás, lo que nunca muere,
lo que a pesar de transformarse,
en su esencia es siempre constante.
Soy la fuerza que te eleva,
lo que aguarda a tu alcance
cuando duele el corazón o te embarga la tristeza,
aquello a lo que acudes
cuando encuentras injusticia.
Lo perfecto, lo admirable,
terrible y poderosa, pero siempre reconfortante.
Me llamas madre y de mí te alimentas,
tú, el hijo que nunca se independiza,
el que no me abandona, aunque quiera,
y que a veces exige tanto que mi fe se desmorona.
Y entonces lloras, perdido,
cuando el huracán te abate,
cuando el trueno te ensordece,
cuando la tormenta te ahoga.
Recréate cuando luzca el sol,
disfruta con la suave lluvia
que revive los verdes campos
y hace sonar las alegres campanillas.
Regocíjate en mirar en mis ojos,
que hallarás siempre observándote,
pues yo lo soy todo.
Vive en mí,
conmigo,
pues yo te resguardaré de mi propia ira.
Aprende a comprender que ésta no es más
que mi forma de enseñarte a vivir tu vida.
¡Muchas gracias a todos!
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