miércoles, 4 de enero de 2012


Posted: 04 Jan 2012 02:06 AM PST

 



EL CUARTO REY MAGO

Cuenta una leyenda rusa que fueron cuatro los Reyes Magos. Luego de haber visto la estrella en el oriente, partieron juntos llevando cada uno sus regalos de oro, incienso y mirra. El cuarto llevaba vino y aceite en gran cantidad, cargado todo en los lomos de sus burritos.

Luego de varios días de camino se internaron en el desierto. Una noche los agarró una tormenta. Todos se bajaron de sus cabalgaduras, y tapándose con sus grandes mantos de colores, trataron de soportar el temporal refugiados detrás de los camellos arrodillados sobre la arena. El cuarto Rey, que no tenía camellos, sino sólo burros buscó amparo junto a la choza de un pastor metiendo sus animalitos en el corral de pirca. Por la mañana aclaró el tiempo y todos se prepararon para recomenzar la marcha. Pero la tormenta había desparramado todas las ovejitas del pobre pastor, junto a cuya choza se había refugiado el cuarto Rey. Y se trataba de un pobre pastor que no tenía ni cabalgadura, ni fuerzas para reunir su majada dispersa.

Nuestro cuarto Rey se encontró frente a un dilema. Si ayudaba al buen hombre a recoger sus ovejas, se retrasaría de la caravana y no podría ya seguir con sus Camaradas. El no conocía el camino, y la estrella no daba tiempo que perder. Pero por otro lado su buen corazón le decía que no podía dejar así a aquel anciano pastor. ¿Con qué cara se presentaría ante el Rey Mesías si no ayudaba a uno de sus hermanos?

Finalmente se decidió por quedarse y gastó casi una semana en volver a reunir todo el rebaño disperso. Cuando finalmente lo logró se dio cuenta de que sus compañeros ya estaban lejos, y que además había tenido que consumir parte de su aceite y de su vino compartiéndolo con el viejo. Pero no se puso triste. Se despidió y poniéndose nuevamente en camino aceleró el tranco de sus burritos para acortar la distancia. Luego de mucho vagar sin rumbo, llegó finalmente a un lugar donde vivía una madre con muchos chicos pequeños y que tenía a su esposo muy enfermo. Era el tiempo de la cosecha. Había que levantar la cebada lo antes. posible, porque de lo contrario los pájaros o el viento terminarían por llevarse todos los granos ya bien maduros.

Otra vez se encontró frente a una decisión. Si se quedaba a ayudar a aquellos pobres campesinos, sería tanto el tiempo perdido que ya tenía que hacerse a la idea de no encontrarse más con su caravana. Pero tampoco podía dejar en esa situación a aquella pobre madre con tantos chicos que necesitaba de aquella cosecha para tener pan el resto del año. No tenía corazón para presentarse ante el Rey Mesías si no hacía lo posible por ayudar a sus hermanos. De esta manera se le fueron varias semanas hasta que logró poner todo el grano a salvo. Y otra vez tuvo que abrir sus alforjas para compartir su vino y su aceite.

Mientras tanto la estrella ya se le había perdido. Le quedaba sólo el recuerdo de la dirección, y las huellas medio borrosas de sus compañeros. Siguiéndolas rehizo la marcha, y tuvo que detenerse muchas otras veces para auxiliar a nuevos hermanos necesitados. Así se le fueron casi dos años hasta que finalmente llegó a Belén. Pero el recibimiento que encontró fue muy diferente del que esperaba. Un enorme llanto se elevaba del pueblito. Las madres salían a la calle llorando, con sus pequeños entre los brazos. Acababan de ser asesinados por orden de otro rey. El pobre hombre no entendía nada. Cuando preguntaba por el Rey Mesías, todos lo miraban con angustia y le pedían que se callara. Finalmente alguien le dijo que aquella misma noche lo habían visto huir hacia Egipto.

Quiso emprender inmediatamente su seguimiento, pero no pudo. Aquel pueblito de Belén era una desolación. Había que consolar a todas aquellas madres. Había que enterrar a sus pequeños, curar a sus heridos, vestir a los desnudos. Y se detuvo allí por mucho tiempo gastando su aceite y su vino. Hasta tuvo que regalar alguno de sus burritos, porque la carga ya era mucho menor, y porque aquellas pobres gentes los necesitaban más que él. Cuando finalmente se puso en camino hacia Egipto, había pasado mucho tiempo y había gastdo mucho de su tesoro. Pero se dijo que seguramente el Rey Mesías sería comprensivo con él, porque lo había hecho por sus hermanos.

En el camino hacia el país de las pirámides tuvo que detener muchas otras veces su marcha. Siempre se encontraba con un necesitado de su tiempo, de su vino o de su aceite. Había que dar una mano, o socorrer una necesidad. Aunque tenía temor de volver a llegar tarde, no podía con su buen corazón. Se consolaba diciéndose que con seguridad el Rey Mesías sería comprensivo con él, ya que su demora se debía al haberse detenido para auxiliar a sus hermanos.

Cuando llegó a Egipto se encontró nuevamente con que Jesús ya no estaba allí. Había regresado a Nazaret, porque en sueños José había recibido la noticia de que estaba muerto quien buscaba matarlo al Niño. Este nuevo desencuentro le causó mucha pena a nuestro Rey Mago, pero no lo desanimó. Se había puesto en camino para encontrarse con el Mesías, y estaba dispuesto a continuar con su búsqueda a pesar de sus fracasos. Ya le quedaban menos burros, y menos tesoros. Y éstos los fue gastando en el largo camino que tuvo que recorrer, porque siempre las necesidades de los demás lo retenían por largo tiempo en su marcha. Así pasaron otros treinta años, siguiendo siempre las huellas del que nunca había visto pero que le había hecho gastar su vida en buscarlo.

Finalmente se enteró de que había subido a Jerusalén y que allí tendría que morir. Esta vez estaba decidido a encontrarlo fuera como fuese. Por eso, ensilló el último burro que le quedaba, llevándose la última carguita de vino y aceite, con las dos monedas de plata que era cuanto aún tenía de todos sus tesoros iniciales. Partió de Jericó subiendo también él hacia Jerusalén. Para estar seguro del camino, se lo había preguntado a un sacerdote y a un levita que, más rápidos que él, se le adelantaron en su viaje. Se le hizo de noche. Y en medio de la noche, sintió unos quejidos a la vera del camino. Pensó en seguir también él de largo como lo habían hecho los otros dos. Pero su buen corazón no se lo dejó. Detuvo su burro, se bajó y descubrió que se trataba de un hombre herido y golpeado. Sin pensarlo dos veces sacó el último resto de vino para limpiar las heridas. Con el aceite que le quedaba untó las lastimaduras y las vendó con su propia ropa hecha jirones. Lo cargó en su animalito y, desviando su rumbo, lo llevó hasta una posada. Allí gastó la noche en cuidarlo. A la mañana, sacó las dos últimas monedas y se las dio al dueño del albergue diciéndole que pagara los gastos del hombre herido. Allí le dejaba también su burrito por lo que fuera necesario. Lo que se gastara de más él lo pagaría al regresar.

Y siguió a pie, solo, viejo y cansado. Cuando llegó a Jerusalén ya casi no le quedaban más fuerzas. Era el mediodía de un Viernes antes de la Gran Fiesta de Pascua. La gente estaba excitada. Todos hablaban de lo que acababa de suceder. Algunos regresaban del Gólgota y comentaban que allá estaba agonizando colgado de una cruz. Nuestro Rey Mago gastando sus últimas fuerzas se dirigió hacia allá casi arrastrándose, como si el también llevara sobre sus hombros una pesada cruz hecha de años de cansancio y de caminos.

Y llegó. Dirigió su mirada hacia el agonizante, y en tono de súplica le dijo:
- Perdoname. Llegué demasiado tarde.

Pero desde la cruz se escuchó una voz que le decía:
- Hoy estarás conmigo en el paraíso.

 
 "Antes de vestir tu cuerpo de blanco, ilumina tu alma". 

La armonía, el amor y la luz están donde la vida te lleve. La iluminación de tus días y los colores con que los veas dependen de vos. No lo olvides, vos y sólo vos sos el hacedor de tus sueños y tu destino.
           
Posted: 03 Jan 2012 09:37 PM PST

 

Es Tiempo de Soltar Amarras

"Mi promesa con mi alma para este nuevo recorrido planetario en 2012 es:

Aquí dejo todo lo que me hace daño. Es tiempo de ser más fluido/a con la gente, conmigo mismo/a. Es momento de dejar ir. De permitir que el viento me despeine y me sacuda; que se lleve el resentimiento, que mi alma perdone deudas y deudores.

Es tiempo de que me perdone a mí mismo/a; ya me regañé bastante. Fueron muchas las piedras que yo mismo/a puse en mi camino; los puentes dinamitados.... Para autocastigo ya estuvo bueno; elijo el camino de la aceptación; es más barato.

Acepto y entiendo que merezco empezar de cero; con alma transparente y espíritu tranquilo. Entiendo que por más que me angustie, no agregaré a mi estatura un centímetro; Es tiempo de relajarme. Dios no me está juzgando; está muy ocupado haciendo otras cosas. Así que ¿Por qué habría yo de hacerlo?.

Es hora de levar anclas.... De liberar cosas, de soltar gente. Nadie tiene que ser como yo quiera. Así están perfectos. Así ha funcionado hasta este momento su vida. Me dedico a atender lo mío, a refundarme. De vez en cuando viene a bien tirar lo que ya no sirve.

Entre SER FELIZ y TENER RAZÓN, elijo lo primero.

Tener la razón es el peor de los desgastes, pues te quita el sueño intentando corregir el universo. Es hora de soltar amarras, de confiar más en la gente. Me dejo ir. La vida me conduce. En este año que comienza quiero un corazón joven, que brinque de gusto con el cantar de los pájaros que anuncian la mañana. Como cuando éramos niños. ¿Te acuerdas?

Un alma que sea capaz de asombrarse con el amarillo retador de los girasoles en el campo, de ver en el cielo un milagro pintado de azul y no solo un día más, llano y simple. Es tiempo de soltar amarras y maravillarme.

He estado demasiado ocupado/a para ver las estrellas y no me daba cuenta de que así sostiene Dios al cielo; con tachuelas de plata, porque el hierro se oxida. Elijo mirar la sonrisa del sol, siempre está de buenas. Elijo abrazar el aire; me ama lo suficiente para mantenerme vivo/a. ¿Qué mejor prueba de amor?

Afortunadamente, Dios me dió la facultad de elegir. Elijo controlar a mis propios demonios, es más.... he decidido darles vacaciones. Eso de la omnipotencia me estaba dando gastritis. Es tiempo de soltar amarras, de levar anclas, de dejarme en Paz.

De tanto pelear conmigo se me estaba olvidando a qué sabe la sonrisa. Que bien es cuando no controlas a nadie, cuando no pides cuentas, cuando tiras a la basura la bitácora de los rencores. Así estoy mejor, caminando erguido y a buen paso.

Quiero ser más justo/a; la vida no es un tablero de ajedrez ni las personas caballos o alfiles. Trato a la gente como me gustaría ser tratado. Ser honesto/a se vale. Quiero y necesito un buen principio y seguir así indefinidamente. Si algo nos debemos, te ofrezco un abrazo, te ofrezco una disculpa.

De este lado está más fresco, más oxigenado. REDISEÑARSE es una palabra muy comprometedora.... ¡Te obliga a caminar sin excusas! Sin nadie a quien echarle la culpa de nada. Pero definitivamente es el camino al cielo.

Este año que termina, además de sinsabores, tuvo también sus maravillas; conocí a mucha gente buena y sintonizada con el AMOR y la ESPERANZA; Un amigo renunció a los accidentes; se puso en paz con la vida y la agarró por los cuernos. Fueron más las sonrisas que las lágrimas. Caminé de la mano con personas dispuestas a servir al mundo sin nada a cambio y ha sido fascinante encontrarlos.

NADA ES CASUALIDAD, no hay accidentes en el mundo de la voluntad. Por eso, sea cual sea la razón por la que estés leyendo estas líneas, y la flojera no te impidió llegar a este párrafo, elijo creer que el universo nos permitió crear este lazo, aún cuando ni siquiera nos hayamos visto.

Elijo creer que ambos estamos dispuestos a sembrar más sonrisas en nosotros mismos y en la gente. En este 2012 y siempre, te deseo que Dios (El Gran Espíritu, Universo, el gran arquitecto) te llene de bendiciones abundante. Acéptalas.... Si sueltas tus amarras, tendrás las manos libres para recibirlas."

(Autor Desconocido)


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