viernes, 15 de junio de 2012







Lo bello que vemos y apreciamos en el árbol, está también en nosotros.

Acércate y toca el árbol con tus manos,

préstale atención durante un tiempo.

Descubre sus colores, formas, textura.

¿Qué es lo que te atrae de ese árbol?

Puede que su fragilidad, fortaleza, proporción, temporalidad...

¿Te reflejas en el?

Parece como si hubiera algo que nos mantuviese en ese instante...

Ese espíritu cósmico habitando en todas las cosas vivas de la naturaleza;

la fuente de inspiración, creación...

Como una luz cristalina que llega de forma silenciosa,

llevándonos a ser uno sin tiempo ni final.

¿Encontraste tu conexión con el árbol?

Obsérvalo con el ojo atento de tu corazón.

¡Ábrete y expande tu fragancia por el universo!

Podemos considerar además que las orquídeas y los mandalas son también formas de conectarnos con el corazón del cosmos, la naturaleza y nuestra alma.




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