domingo, 8 de enero de 2012


Lección 1: Definiciones y origen

Los Ángeles la elevación y el karma



Los ángeles también son un factor decisivo en el proceso de encarnación de un ser humano ya que ellos son los encargados de leernos la «cartilla» de nuestro karma pendiente cuando nos estamos preparando para encarnarnos, de manera que nuestra alma escoja las facturas que está dispuesta a satisfacer en su próxima existencia humana. Las almas más fuertes y evolucionadas deciden cargar con muchas facturas pendientes, incluso las hay que prefieren liquidarlas todas de golpe en una sola vida. Las más débiles o menos experimentadas solicitan que se les fraccionen los pagos, de modo que tardarán más pero no sufrirán tanto de una sola vez; este trance -previo a la concepción física- es un momento muy delicado en que el alma debe cuidarse de no pedir más ración de karma que la que está realmente dispuesta a soportar.
En efecto, puede ocurrir que en el momento de nacer, al ser consciente por última vez de lo que le espera, el alma se arrepienta o se asuste, e intente impedir su nacimiento. En algunos casos puede ser lo que le sucede a los fetos que se retrasan al nacer, a los que se ahogan con el cordón umbilical o nacen de nalgas, que es una forma de demostrar que quieren darle la espalda al mundo físico.
Una vez cumplidos estos requisitos, entra en acción otro tipo de ángeles, que le leen al alma otra cartilla, la de las experiencias que le quedan por vivir para alcanzar la perfección. Y el alma escoge, o pacta con ellos, las asignaturas en las que ha decidido graduarse. En este momento el alma visualiza, como si se encontrara ante una pantalla de cine, las grandes líneas por las que va a transcurrir su próxima existencia física. En las últimas etapas del proceso, a los ángeles les toca buscar una familia y un entorno adecuados para el futuro encarnante, de modo que encuentre todas las facilidades para llevar a cabo su programa. Esta es una tarea que les puede costar a los ángeles un gran esfuerzo y un gran despliegue «logístico» ya que si los que han sido designados como los futuros padres más adecuados -con los que muy probablemente existen lazos kármicos previos- no se conocen, habrá que reunirlos, y los ángeles tendrán que crear la circunstancia adecuada para ello. Si viven en un mismo lugar, tal vez resulte fácil, pero si uno vive en la Patagonia y el otro en Alaska, pongamos por caso, será todo un reto lograr juntarlos. Si este proceso fuera conocido por todo el mundo y enseñado en las escuelas, disminuiría sin duda el número de partidarios del aborto voluntario, al ser conscientes de la enorme cantidad de trabajos y desvelos que este acto llega a anular de un plumazo.
A los ángeles también les corresponde fijar el momento astral del nacimiento de un ser, de manera que la posición de los astros ese día sea la adecuada para que pueda cumplir su destino. En ese sentido, los médicos que, por razones de comodidad deciden adelantar los partos, están obstaculizando la labor angélica y perjudicando a la futura alma.
Pero estos seres no sólo se ocupan de los humanos, sino también del reino animal. Debido al hecho de que los animales no poseen una conciencia individualizada que les sirva de guía, las Jerarquías Superiores les han asignado unos tutores angélicos, llamados «Espíritus Grupo», encargados de despertar sus instintos y de excitar sus impulsos para lograr determinadas conductas. Las actividades de estos ángeles «grupales» -hay uno para cada especie animal- han sido descubiertas por científicos como Rupert Sheldrake (especialista en biología molecular considerado como un auténtico revolucionario en su campo). Partiendo de sus investigaciones sobre la memoria, este biólogo formula la teoría de que existe en la naturaleza algo parecido a unos depósitos que ha bautizado con el nombre de «campos morfogenéticos de conciencia» en los que se acumulan las experiencias humanas. Esto conformaría una suerte de memoria colectiva de la que nacería el instinto de la especie. Cada persona tendría acceso a estos «depósitos de memoria» a través de la «resonancia mórfica», algo comparable a un cable telefónico invisible. Parte de esta teoría se basa en la observación del mundo animal.
MonoEn efecto, se ha comprobado científicamente que cuando un animal en un extremo del globo terráqueo aprende un comportamiento nuevo, todos los demás animales de su misma especie, aunque se encuentren en el extremo contrario y sin posibilidad alguna de comunicación, adoptan automáticamente la misma pauta. Según Sheldrake, esto es debido a que cualquier experiencia nueva en el mundo animal (y también en el humano) queda inscrita de forma inmediata en los «depósitos de memoria» o «campos morfogenéticos de conciencia» (o Archivos Akásicos en términos esotéricos) mencionados, a los cuales el animal tiene acceso también de forma inmediata. Pero lo que Sheldrake no alcanzó a ver -aunque ha estado muy cerca y puede que en este momento ya lo haya descubierto y rehúse divulgarlo para que no le cierren las puertas de la comunidad científica- es que este servicio de aportación de datos no se efectúa sólo, por arte de magia, sino gracias a la colaboración de una serie de ángeles, los «Espíritus Grupo» de los animales, que se encargan de «apuntar» la nueva información, introducirla en un «fichero» y comunicarla a la especie animal correspondiente. La labor de estos espíritus-grupo es un proceso parecido al que seguimos cuando nos disponemos a ingresar dinero en una cuenta bancaria, el ingreso no se hace sólo por el mero hecho de que hayamos penetrado en el banco, sino que es necesaria la intervención de unos operarios. La organización cósmica es mucho más sencilla de lo que uno imagina, y en la naturaleza vemos su réplica según el lema iniciático «como arriba es abajo». Algún día no lejano los científicos se darán cuenta de ello y empezará para ellos un proceso de aseveración de hechos y verdades que ahora ni siquiera sospechan, perdidos en el laberinto de las ecuaciones concretas.

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