domingo, 13 de mayo de 2012


- El guerrero de la luz medita.
Se sienta en un lugar tranquilo de su tienda y se entrega a la luz divina. Al hacer esto, procura no pensar en nada; se desconecta de la búsqueda de placeres, de los desafíos y de las revelaciones, y deja que sus dones y poderes se manifiesten.
Aunque no los perciba en el mismo momento, estos dones y poderes están cuidando de su vida, y van a influir en su quehacer cotidiano.
Mientras medita, el guerrero no es él, sino una centella del Alma del Mundo. Son estos momentos los que le permiten entender su responsabilidad, y actuar de acuerdo con ella.
Un guerrero de la luz sabe que, en el silencio de su corazón, existe un orden que lo orienta.

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