domingo, 18 de diciembre de 2011



DUEÑA DE SU PROPIA VIDA

El joven rey Arturo fue sorprendido y apresado por el monarca del reino vecino, mientras cazaba furtivamente en sus bosques. El rey pudo haberlo matado en el acto, pues tal era el castigo para quienes violaban las leyes de la propiedad, pero se conmovió ante la juventud y la simpatía de Arturo y le ofreció la libertad, siempre y cuando en el plazo de un año hallara la respuesta a una pregunta difícil.

La pregunta era:
- ¿Qué quiere realmente una mujer?

Semejante pregunta dejaría perplejo hasta al hombre más sabio y al joven Arturo le pareció imposible contestarla. Con todo, aquello era mejor que morir ahorcado; de modo que regresó a su reino y empezó a interrogar a la gente: A la princesa, a la reina, a las prostitutas, a los monjes, a los sabios y hasta al bufón de la corte. En suma, a todos pero nadie le pudo dar una respuesta convincente. Eso sí, todos le aconsejaron que consultara a la vieja bruja, pues solo ella sabría la respuesta. El precio sería alto, ya que la vieja bruja era famosa en todo el reino por el precio exorbitante que cobraba por sus servicios.

Llegó el último día del año convenido y Arturo no tuvo más remedio que consultar a la hechicera. Ella accedió a darle una respuesta satisfactoria a condición de que primero aceptara el precio:
- ¡Ella quería casarse con Gawain, el caballero más noble de la Mesa Redonda y el más íntimo amigo de Arturo!

El joven Arturo la miró horrorizado: Ella era jorobada y feísima, tenía un solo diente, despedía un hedor que daba náuseas, y hacía ruidos obscenos. Nunca había visto una criatura tan repugnante, y se acobardó ante la perspectiva de pedirle a su amigo de toda la vida que asumiera por él esa terrible carga. No obstante, Gawain al enterarse del pacto, afirmó que no era un sacrificio excesivo a cambio de la vida de su compañero y la preservación de La Mesa Redonda.

Se anunció la boda y la vieja bruja, con su sabiduría infernal, dijo:
- Lo que realmente quiere una mujer es: ¡Ser la dueña de su propia vida!

Todos supieron al instante que la hechicera había dicho una gran verdad y que el joven rey Arturo estaría a salvo. Y así fue: al oír la respuesta, el monarca vecino le devolvió la libertad.

A la boda de Gawain asistió la corte en pleno y nadie se sintió más desgarrado, entre el alivio y la angustia que el propio Arturo. Gawain se mostró cortés, gentil y respetuoso. La vieja bruja hizo gala de sus peores modales: engulló la comida directamente del plato sin usar los cubiertos, emitió ruidos y olores espantosos.

Cuando llegó la noche de bodas, Gawain, ya preparado para ir al lecho nupcial, aguardaba a que su esposa se reuniera con él, cuando apareció ella con el aspecto de la doncella más hermosa que un hombre desearía ver. Gawain quedó estupefacto y le preguntó: ¿Qué ha sucedido?
- La joven respondió que como él había sido cortés con ella, la mitad del tiempo se presentaría con su aspecto horrible y la otra mitad con su aspecto atractivo, pero él debía decidir: ¿Cuál prefería para el día y cuál para la noche?

¡Qué pregunta tan cruel! Gawain se apresuró a hacer cálculos: ¿quería tener durante el día a una joven adorable para exhibirla ante sus amigos y por las noches en la privacidad de su alcoba a una bruja espantosa? o ¿prefería tener de día a una bruja y a una joven hermosa en los momentos íntimos de su vida conyugal?

El noble Gawain replicó que la dejaría elegir por sí misma. Al oír esto, ella le anunció que sería una hermosa dama de día y de noche, porque él la había respetado y le había permitido ser "dueña de su propia vida".
 ·  · Compartir · Editar · 19 de octubre


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