Historia de Peñíscola
Situada al norte de la provincia de Castellón, en la comarca del bajo Maestrazgo: Peñíscola es una de esas ciudades privilegiadas que, conservan parte de la magia de tiempos pasados en cada uno de los rincones y plazas de su casco antiguo.
Un casco antiguo único emplazado sobre un tómbolo que se adentra en el mar; de callejuelas pavimentadas con canto rodado, con plazas de un claro y pausado sabor mediterráneo, casas encaladas de blanco, ermitas dedicadas a vírgenes, y murallas que, han protegido y visto pasar a personajes ilustres como Jaime I , El Papa Luna, Felipe V, y mas recientemente a otros como Alfonso XIII, Sofía Loren y Pepe Isbert : transportan al visitante a un universo en el que cada piedra de su conjunto, late historia y cultura para disfrutar en cualquier momento tumbado en alguna de sus murallas sobre el mar. .
Mas de 2500 años de historia, han creado un sugerente galería de leyendas, tradiciones, edificios y hechos históricos, que nos invitan a sumergirnos, mas como viajeros que como turistas, en la búsqueda de los orígenes y leyendas de esta ciudad declarada conjunto histórico-artístico en 1972. Buena prueba de ello son sus fiestas patronales, su castillo templario, haber sido una de las tres sedes papales de la Cristiandad junto a Roma y Avignon y, la leyenda que dice que fue aquí donde Anibal, tras su paso por Sagunto, juró odio eterno a los romanos.
Su fuerte condición estratégica en el comercio y la guerra, su inexpugnabilidad topográfica, la afluencia de manantiales de agua dulce dentro y alrededor del tómbolo, así como las benignas condiciones climatológicas, permitieron el asentamiento desde tiempos antiguos en el mismo y sus inmediaciones.
Tras alguno de los paseos guiados que el mismo Patronato de Turismo ofrece de manera gratuita, seguramente, el visitante, mirará con nuevos ojos una población que, desde iberos, fenicios, griegos, romanos, cartagineses, árabes, órdenes religioso militares, cismas de hombres religiosos, mas tarde hombres del renacimiento, ilustrados, y carlistas: se ha ido configurando en lo que hoy conocemos como Peñíscola.
De la Chersonesos griega, referente escrito mas antiguo sobre el nombre de la ciudad del S IV a.c , y cuyo significado se traduce como península ; a la traducción latina del nombre griego que deriva en " pene+iscola" y cuyo significado resultaría de la "casi isla": llegamos al nombre actual de Peñíscola.
Los 500 años de dominación musulmana convirtieron a "Banaskula " nombre referencial árabe para Peñiscola, en un importante puerto, que, con la reconquista cristiana aumentó. Unos restos de puerto antiguo que podrán encontrar en la zona de la Porteta.
Desde 1294 a 1307 se construyó el castillo, bajo la presencia en la ciudad de la todopoderosa orden del temple, sobre los restos de la antigua alcazaba árabe. Un castillo inacabado e interrumpido debido a la abolición de la propia orden por Clemente V, artífice, junto con el rey de Francia, de los orígenes del inicio del Cisma de Occidente .
Mas tarde fue Felipe II quien acondicionó las murallas frente a la piratería en nuestras costas levantinas. La Torre de la Badum , torre vigía enclavada en pleno parque natural de la sierra de Irta, es otro vestigio del paso de la época imperial por estas tierras. Hoy en día, todavía se conserva su escudo de 1571.
Con la guerra de Sucesión, la de Independencia y las guerras Carlistas, llegamos a 1890, año en que Peñiscola pierde su importancia militar, ya que su arsenal es desmantelado y trasladado a Cartagena.
A partir de aquí, con la llegada del turismo en los 60 y con su alto componente histórico-artístico, y en una efervescencia continua: Peñíscola ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos ofreciendo una oferta amplia, heterogénea y de calidad; convirtiéndose en uno de los referentes turísticos mas preciados por sus extensos valores culturales, históricos, medioambientales y paisajísticos.
Hoy, al pasear por sus calles, sentirá el abrigo de la fortaleza y comprenderá, cuando se encuentre en lo más alto del castillo, que hizo a personajes tan ilustres sentirse tan protegidos entre sus muros.
Juan Antonio Beltrán/ Adolfo Aguilà
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