sábado, 3 de diciembre de 2011


Los nudos de la vida

Al momento de nacer parece desatarse un nudo
que nos da el aire, alimento, que nos protege del mundo
lo que en el instante mismo en que a la vida venimos
no sabemos, ignoramos, que en ese mismo momento
comenzamos a tejer la red en la que vivimos
a partir del mismo dia en que del vientre salimos
empezamos a nudar el hilo que hará caminos
nuestros padres, los hermanos, abuelos, primos y tíos
comienza asi la madeja que nos fijará el destino
a medida que avanzamos por el rio de la vida
algunos nos van dejando, otros dan la bienvenida
llega el día inevitable de aflojar algunos nudos
somos libres, nos decimos, somos los dueños del mundo
primero fue aquella novia, toda esperanza, ilusión
que nos marcó los caminos de eso que es la pasión
pero un día sorprendidos, nos dimos cuenta azorados
que el nudo no era tan fuerte, cuando fuimos traicionados
y juramos ofendidos, por aquello de ser hombres
no andar haciendo mas nudos para evitar la hecatombe
a esa le siguieron otras, muy bonitas las muchachas
las vimos caér rendidas como el árbol la hojarasca
fueron pasando los años y siguieron las andanzas
pero el hilo estaba flojo, no anudaba la esperanza
mas un día vino ella y al verla sentí un temblor
sin quererlo había caído en las redes del amor
y al poco tiempo, los hijos, nos sumaron otros nudos
¿como pudieron atarnos, de manera tan antera?
unas cosas tan chiquitas, a fuerza de mamaderas
y a medida que crecian, los nudos se nos cerraban
extrañabamos ausencias y molestaban, si estaban
nunca los quisimos ver como son, independientes
hasta el día que partieron, sin sernos más obedientes
entónces nos dimos cuenta que como en truco de mágia
los nudos que ata la vida, los desata la desgracia
se fueron llendo de a poco, como si nunca existieran
dejandolo, al hilo, flojo, permitiendo que cayera
y al fin nos quedamos solos, así como hemos venido
parece ser que en la vida, ya no somos bienvenidos
triste destino el del hombre si no consigue anudarse
a un amor que lo contenga, que lo encarrile, lo amance
que sea capaz de aguantar, en las malas los tirones
que en las buenas este flojo, no produzca sacudones
por eso cuando se llega al final de la madeja
ya no se cuentan los nudos que en el camino se dejan
todo lo que quiere el hombre, aunque suene a una quimera
es contemplar a su amor y escribirle algún poema
Héctor Otero

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