martes, 10 de julio de 2012





Práctica de oración

La oración aviva mi conciencia de la omnipresencia de Dios.

No necesito esperar por el momento perfecto para orar. Puedo orar en voz alta o en silencio en cualquier momento durante el día o la noche. Mis oraciones demuestran mi conciencia de la omnipresencia de Dios. Al orar, me calmo, centro mi atención y acudo al lugar sagrado y callado en mí. No tengo que ir a un lugar determinado ni decir palabras específicas.

La oración es un momento de comunión con mi Creador, y oro con una actitud de gratitud y reverencia por toda la vida. El lenguaje sagrado de mi alma es la oración, y oro con facilidad y naturalidad, tal como si fuera mi respirar. Al sosegar mis pensamientos y estar atento a la presencia de Dios, soy un cauce de bien y mi vida es una oración.

Estad quietos y conoced que yo soy Dios.—Salmo 46:10
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