jueves, 14 de noviembre de 2013


  • "Hay alguien especial para cada uno de nosotros. A menudo, nos están destinados dos, tres y hasta cuatro seres. Pertenecen a distintas generaciones y viajan a través de los mares, del tiempo y de las inmensidades celestiales para encontrarse de nuevo con nosotros. Proceden del otro lado, del cielo. Su aspecto es diferente, pero nuestro corazón los reconoce, porque los ha amado en los desiertos de Egipto iluminados por la luna y en las antiguas llanuras de Mongolia. Con ellos hemos cabalgado en remotos ejércitos de guerreros y convivido en las cuevas cubiertas de arena de la Antigüedad. Estamos unidos a ellos por los vínculos de la eternidad y nunca nos abandonarán. Es posible que nuestra mente diga: «Yo no te conozco.» Pero el corazón sí le conoce. Él o ella nos cogen de la mano por primera vez y el recuerdo de ese contacto trasciende el tiempo y sacude cada uno de los átomos de nuestro ser. Nos miran a los ojos y vemos a un alma gemela a través de los siglos. He descubierto que la práctica regular de los ejercicios de regresión puede liberar energías de nuestro interior de las que, en general, no somos conscientes. Deseo hacer hincapié en estos beneficios adicionales y animarle a adquirir una práctica que potenciará su salud física y emocional, al tiempo que amplía sus experiencias espirituales aportando, de este modo, un significado nuevo y profundo a su vida."

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