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“Justo detrás de la oscuridad de los ojos cerrados brilla la luz de Dios. Cuando contemplas esa luz en la meditación, aferrate a ella con ardorosa devoción. Siente dentro de ella, ahí es donde habita Dios. Si por el contrario, no contemplas ninguna luz en la meditación, concéntrate en el punto entre las cejas, y contempla profundamente la oscuridad que ves con los ojos cerrados. Intenta con tu devoción penetrar ese velo espeso. Con el tiempo, observaras la luz interior, ya que siempre esta ahí brillando en tu frente. De la misma forma que todos los seres humanos tienen ojos, así todos tenemos el ojo espiritual dentro de nuestra frente, está esperando ser descubierto en una concentración interior profunda.”
Paramhansa Yogananda
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