Appel, texto integro de un inédito del escritor argentino extinto.
La máquina implacable del imperialismo acrecienta su avance codicioso: Cortázar
Julio Cortazar 12-agosto-1991
El mundo en el que despertamos cada mañana se parece más y más a las pesadillas que soñamos durante la noche, en vez de traernos una bocanada de aire puro y el sentimiento de estar despierto y la lectura matinal de los periódicos no es más que una sucesión de horrores de vaticinios siniestros, de nuevas y más abrumadoras pesadillas. Vivimos un tiempo en que todo parece confluir y empujarnos hacia un lento suicidio planetario. Por un lado, como acaban de mostrarlo los trabajos del Tribunal B. Rusell II, la maquina implacable del imperialismo continua y acrecienta su avance codicioso, multiplicando las formas de penetración en los pueblos de América Latina y de otras regiones del mundo, tratando de imponer por la fuerza o la astucia sus modelos de economía, de cultura y de vida que servirán a sus fines de sometimiento mental y de explotación de las riquezas y los recursos ajenos. Una simple ojeada a las conclusiones y a la sentencia que acaba de llegar al Tribunal muestra hasta la náusea la proliferación cancerosa de los aparatos opresores, ya sean las estrategias de su política, la siniestra acción de sus servicios de inteligencia, o la más hostil penetración en los planos de la economía y de la cultura a través y por medio de las sociedades multinacionales y las fundaciones de todo tipo.
Pero algo aún peor espera al mundo es esta ciega escalada de ambición y de codicia. A medida que esta escalada progresa, sus efectos se vuelven incluso contra ella, y hace años que los hombres de ciencia denuncian angustiosamente la proliferación de arsenal atómico, así como la catástrofe ecológica a que nos encaminan una tecnología sin conciencia ni previsión del futuro, la contaminación del suelo, de las aguas, la ruptura de los ciclos biológicos, la certidumbre de que dentro de pocas décadas la humanidad entera, sin excepción, se hundirá en un lento crepúsculo de agonía.
Texto hasta hoy inédito de Julio Cortázar cedido generosamente a la Jornada por Ugne Karvelis, primera compañera y editora del enormísimo cronopio.
¿Por qué para todos los habitantes del Anáhuac (el México anterior a la llegada de los españoles y demás europeos) la Tierra era un ser vivo y sagrado al igual que todos y cada uno de sus componentes? ¿Por qué para mayas, huicholes, mexicas, tarahumaras, pieles rojas, etc., los ríos, las montañas, los árboles, las aves, etc., eran y siguen siendo sagrados7 La respuesta está en su FILOSOFIA, según la cual todas las cosas y seres existentes en la Tierra y en el universo, son “desdoblamientos” o materializaciones de IPALNEMOUANI (en náhuatl: “El Dador de la vida”, la Fuerza Generadora Universal, Fuerza a la que veneraban en todo el Anáhuac aunque con diferentes nombres por los múltiples idiomas que hubo aquí. Así en la región maya le denominaban HUNAB KU, “El Dador de la Medida y el Movimiento”; “WANKA TANKA”, “El Gran Espíritu”, para los pieles rojas, o CURACAVERI para los tarahumaras o raramuri o TZAKOL BITOL para los purépechas, etc.)
Una prueba contundente de esta forma da ver a la Tierra es la Carta del Jefe Seattle, muchos de cuyos planteamientos centrales están hoy siendo retomados no sólo en México y América Latina, sino en los propios Estados Unidos y en Europa.
Por ejemplo en Estados Unidos, hace unos años se celebró una misa con caracoles y retomando partes del ceremonial de los pieles rojas en cuanto a veneración da los ríos, animales, plantas, etc., aun cuando esto es considerado “pagano” (Ver el articulo EL ESPIRITU DE LA TIERRA).
En Europa, Jean Marie Le-Clézio, además de un análisis sobrecogedor acerca do la acción devastadora de los europeos en América, plantea que en lugar de intentar exterminar la cultura y filosofía del México antiguo, deberían haberla importado para Europa porque su “respeto a las fuerzas naturales y la búsqueda de equilibrio entre el hombre y el mundo HUBIERA PODIDO SER EL FRENO NECESARIO AL PROGRESO TÉCNICO DEL MUNDO OCCIDENTAL. Ahora empezamos a entender lo que este equilibrio hubiera podido (también) aportar a la medicina y a la psicología... No es pues por azar que nuestra civilización occidental vuelve a encontrar ahora los temas filosóficos y religiosos de los indios de América. Porque se colocó en una posición de desequilibrio, porque se dejó arrastrar por su propia violencia, el hombre de Occidente debe reinventar todo lo que constituía la belleza y la armonía de las civilizaciones que destruyó.
Otro reconocimiento a la sabiduría de las antiguas culturas de América es la actual aceptación por parte de siete u ocho religiones que se reunieron en México en junio del 91, acerca de que si la tierra es “creación de Dios”, atentar contra ella es “pecado” (según podrá constatarse en una nota periodística), y que en otra declaración más claramente afirman “porque la Tierra es sagrada”, cosa que los antiguos pobladores del Anáhuac plantearon desde siempre que a los europeos y occidentales les costó casi quinientos años aprender.
La predicción que hace 150 años hizo el Jefe Seattle de que quizá un día el hombre blanco descubriría que “nuestro Dios” y el de ellos es “el mismo Dios” (inaceptable para plantean que Cristo es el Dios único y verdadero), igualmente ya se cumplió el año pasado cuando en los primeros meses se volvieron a reunir en México los representantes da las 8 religiones más importantes del mundo (entre ellas la católica) y por fin aceptaron que “todos los dioses del mundo son el mismo” independientemente que en cada pueblo se le represente y se le denomine de manera diferente debido a la pluralidad de idiomas y de tradiciones existentes.
Hoy que la antigua filosofía del Anáhuac parece reverdecer, queremos cerrar este folleto de agradecimiento a la Tierra con otra predicción profundamente sabia de nuestros antepasados (fruto de una larga, rigurosa y metódica observación de la vida y el universo), quienes, dada la categoría filosófica náhuatl de CICLICIDAD o de TIEMPO CICLICO, aseguraron de manera enigmática:
“Otra vez será así, otra vez las cosas serán así, en otro tiempo, en otro lugar. Lo que se hacía hace mucho tiempo y ahora ya no se hace, otra vez se hará, otra vez será así, como fue en tiempos muy lejanos. Los que viven hoy, vivirán otra vez, otra vez serán”.
Códice Florentino (tomado del articulo “El pensamiento interrumpido de la América india” de Le Clézio).
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