Nueva Teoría “biológica sobre el planeta”
La Tierra, cuerpo viviente que se autorregula:
Científicos
La Tierra es considerada hoy por la “nueva biología” como una estructura viviente, un animal cósmico con sus ciclos particulares, su autorregulación y su metabolismo, señalaron científicos en un simposio científico internacional realizado en Roma.
Según la nueva Biología, la vida del planeta se basa sobre todo es sus billones de billones de habitantes unicelulares, tan potentes que la Tierra misma debe adaptarse a sus exigencias, mientras los animales superiores, entre ellos el hombre, resultan extrañas anomalías.
La nueva, teoría, considerada “transgresiva” por los biólogos fieles a la teoría de la evolución de Darwin, ha puesto en discusión principios seculares y paradigmas que hasta hoy eran intocables por parte de la comunidad científica.
En el simposio estuvieron presentes William Irwin Thompson, titular de la Lindisearme Association renueva York, James Lovelock, químico británico autor de la llamada hipótesis de “Gala” de que la Tierra es como un cuerpo viviente que se autorregula. (La Jornada, 23-V-86).
La Tierra: Un Organismo Viviente.
James E. Lovelock
Para muchos científicos, la Tierra no es sino una gran esfera de roca, la mayor parte de la cual se encuentra en estado incandescente; para ellos, la idea de que nuestro planeta esté vivo no pasa de ser una metáfora o un simple cuento de hadas. Sin embargo, como ha hecho notar el físico Jerome Rotstein, aceptamos sin reservas el que las sequías gigantes estén vivas a pesar de que el 99 por ciento de la materia que forma estos árboles no es sino madera muerta, cubierta por una delgada capa de tejidos vivos que constituyen el 1 por ciento restante. Para mi, Gaia es un organismo viviente del tamaño del planeta mismo, y al igual que en el caso de las sequosias, la biosfera es un tejido vivo que cubre su superficie.
Según la hipótesis de Gaia, que hemos desarrollado Lynn Margulis y yo, la Tierra es una bella entidad única, completa en si misma. Comparte son los seres vivos la capacidad de homeostasis, que permite mantener por una parte una temperatura baja a pesar de que en una escala geológica el Sol se hace cada vez más caliente, y por otra, el mantener a los océanos y a la atmósfera con características adecuadas para la vida, a pesar de que las leyes de la Química predicen que el planeta deberá ser árido y sin vida, y tan inhóspito como Venus.
La hipótesis de Gaia constituye una ruptura radical con las ideas convencionales que se tienen en torno a nuestro planeta. Sin embargo, esta hipótesis está inserta en una larga tradición científica que se inició en el siglo XVIII cuando James Hutton, el padre de la Geología, imaginó a la tierra como un superorganismo. Esta visión holista se perdió durante la fragmentación del conocimiento científico que ocurrió durante el siglo XIX, aunque, en Rusia, Korolenko y Vernadsky la mantuvieron viva y, de hecho, en los últimos años esta idea parece haber estado presente en la mente de muchos astronautas que desde el espacio han contemplado a la Tierra en todo su esplendor.
Gaia es la vida a escala planetaria.
El estudio de la evolución de las especies biológicas y el de las rocas no tiene por que ser analizada como problema ajeno que se debe estudiar en diferentes edificios de las universidades. Para Gaia estos dos procesos evolutivos están estrechamente asociados, de tal manera que los seres vivos y su medio ambiente formado por las rocas, al océano, y la atmósfera se encuentran unidos formando una entidad única. El reconocimiento de la enorme diversidad de organismos que existen en el planeta viviente no constituye, como podrían pensar algunos humanistas, un acto sentimental de los naturistas: se puede demostrar que la diversidad biológica es una condición para la continuación de la vida a escala planetaria. Así, Gaia es la base para una nueva política ambiental. Los humanos no somos ni los pasajeros del planeta; somos uno más de los componentes de un organismo viviente de carácter democrático.
Lovelock es miembro de la Real Sociedad de la Gran Bretaña.
La jornada, 2-XII-86..
La Tierra, cuerpo viviente que se autorregula:
Científicos
La Tierra es considerada hoy por la “nueva biología” como una estructura viviente, un animal cósmico con sus ciclos particulares, su autorregulación y su metabolismo, señalaron científicos en un simposio científico internacional realizado en Roma.
Según la nueva Biología, la vida del planeta se basa sobre todo es sus billones de billones de habitantes unicelulares, tan potentes que la Tierra misma debe adaptarse a sus exigencias, mientras los animales superiores, entre ellos el hombre, resultan extrañas anomalías.
La nueva, teoría, considerada “transgresiva” por los biólogos fieles a la teoría de la evolución de Darwin, ha puesto en discusión principios seculares y paradigmas que hasta hoy eran intocables por parte de la comunidad científica.
En el simposio estuvieron presentes William Irwin Thompson, titular de la Lindisearme Association renueva York, James Lovelock, químico británico autor de la llamada hipótesis de “Gala” de que la Tierra es como un cuerpo viviente que se autorregula. (La Jornada, 23-V-86).
La Tierra: Un Organismo Viviente.
James E. Lovelock
Para muchos científicos, la Tierra no es sino una gran esfera de roca, la mayor parte de la cual se encuentra en estado incandescente; para ellos, la idea de que nuestro planeta esté vivo no pasa de ser una metáfora o un simple cuento de hadas. Sin embargo, como ha hecho notar el físico Jerome Rotstein, aceptamos sin reservas el que las sequías gigantes estén vivas a pesar de que el 99 por ciento de la materia que forma estos árboles no es sino madera muerta, cubierta por una delgada capa de tejidos vivos que constituyen el 1 por ciento restante. Para mi, Gaia es un organismo viviente del tamaño del planeta mismo, y al igual que en el caso de las sequosias, la biosfera es un tejido vivo que cubre su superficie.
Según la hipótesis de Gaia, que hemos desarrollado Lynn Margulis y yo, la Tierra es una bella entidad única, completa en si misma. Comparte son los seres vivos la capacidad de homeostasis, que permite mantener por una parte una temperatura baja a pesar de que en una escala geológica el Sol se hace cada vez más caliente, y por otra, el mantener a los océanos y a la atmósfera con características adecuadas para la vida, a pesar de que las leyes de la Química predicen que el planeta deberá ser árido y sin vida, y tan inhóspito como Venus.
La hipótesis de Gaia constituye una ruptura radical con las ideas convencionales que se tienen en torno a nuestro planeta. Sin embargo, esta hipótesis está inserta en una larga tradición científica que se inició en el siglo XVIII cuando James Hutton, el padre de la Geología, imaginó a la tierra como un superorganismo. Esta visión holista se perdió durante la fragmentación del conocimiento científico que ocurrió durante el siglo XIX, aunque, en Rusia, Korolenko y Vernadsky la mantuvieron viva y, de hecho, en los últimos años esta idea parece haber estado presente en la mente de muchos astronautas que desde el espacio han contemplado a la Tierra en todo su esplendor.
Gaia es la vida a escala planetaria.
El estudio de la evolución de las especies biológicas y el de las rocas no tiene por que ser analizada como problema ajeno que se debe estudiar en diferentes edificios de las universidades. Para Gaia estos dos procesos evolutivos están estrechamente asociados, de tal manera que los seres vivos y su medio ambiente formado por las rocas, al océano, y la atmósfera se encuentran unidos formando una entidad única. El reconocimiento de la enorme diversidad de organismos que existen en el planeta viviente no constituye, como podrían pensar algunos humanistas, un acto sentimental de los naturistas: se puede demostrar que la diversidad biológica es una condición para la continuación de la vida a escala planetaria. Así, Gaia es la base para una nueva política ambiental. Los humanos no somos ni los pasajeros del planeta; somos uno más de los componentes de un organismo viviente de carácter democrático.
Lovelock es miembro de la Real Sociedad de la Gran Bretaña.
La jornada, 2-XII-86..
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