Coloco mi vara y mi cetro sobre esta tierra santificada, consagrada por los corazones fervorosos de todos aquellos que os han precedido, amados, en un sendero de inmersión en Cristo.
¡He aquí! Yo he venido y recorro la tierra en busca del portador de Luz, en busca de aquel que no estará satisfecho hasta que sostenga el Todo, la totalidad de la Luz, que no estará satisfecho con la mitad de la copa o con una medida inferior, que no estará satisfecho con dejar espacio en esa copa para el vacío de lo insubstancial.
Amados, la tierra es santificada por los pies de aquellos que ven la meta de la Cristeidad y no eluden su responsabilidad de ir tras ella. No améis al mundo, entonces, porque el amor del mundo produce la conservación del no-ser. Si ya no hay amor por la condición finita, por el cuerpo de muerte que es mortal, entonces ninguna de esas cosas que se le pueden añadir como adornos, serán atractivas para el alma.
Estar satisfecho con la Luz es paz, y es la paz que sobrepasa el entendimiento del mundo, pero que el Guardián de la Llama entiende completamente. Por lo tanto, amados, aquellos que dan sus vidas por la Causa de la Libertad y pueden hacerlo plenamente, con gozo y satisfacción, son aquellos en quienes arde la Llama del Consuelo. La Llama del Consuelo es la Llama del Espíritu Santo.
Consolad a mi pueblo, entonces, con iluminación, con la vigilia, con la advertencia. Consolad a mi pueblo con el estallido, con el trueno y con el regocijo de que Dios desciende al templo de Luz, eleva la Luz, e incrementa la Luz.
Si no tenéis nada en el Día de Su Aparición, entonces ¿cómo va a multiplicar vuestra luz? Además, no existe la condición de la nada en el espíritu humano, pues existe ese algo del anti-ser que se ocupa, cuando vosotros mismos no os ocupáis hasta que Yo venga a vosotros como el YO SOY EL QUE YO SOY.
En verdad, en verdad, os digo, que mi vara y mi cetro en esta sede del gobierno, será un báculo, como un punto de reunión para aquellos que aman las leyes de Dios y Su voluntad, codificada en los gobiernos e instituciones humanas. Mi báculo será el punto del juicio, un repelente para la semilla del malvado, y los cegará de vez en cuando, hasta que ya no puedan encontrar la manera de llevar a cabo su maldad.
Por lo tanto, elevad vuestra propia vara, amados. Que la vara sea este fuego sagrado resplandeciendo en el altar de vuestro ser –siendo vosotros mismos un báculo, por el poder avivador de Alfa y Omega, el cual os transmito con mucho gusto, de acuerdo a vuestra porción.
¿Tenéis un imán del corazón? Entonces, sabed que en este instante yo abro mi corazón y, recibís de mí, vuestro Jesús, aquello que seáis capaces de magnetizar, mediante una luz que habéis valorado por encima de todo; sabed que en este momento de mi venida, vuestra recompensa está con vosotros, y mi recompensa es mi alegría porque algunos han entendido el Llamado y han respondido con el Llamado.*
El Llamado del cielo siendo uno con el Llamado de la tierra, encontrándose en el punto del Cristo Universal y Su Mediador, facilita mucho a las huestes de Luz, la derrota de las fuerzas de la Oscuridad.
Hasta que no llamasteis al Arcángel Miguel en este día, había, sin duda, la agitación de las fuerzas de la Oscuridad, quienes no deseaban que se pronunciara, mediante el poder de mi manto, el mensaje de la derrota final del morador en el umbral en vosotros y en el planeta Tierra.
Señalo este lugar y os digo que este ha sido el anuncio del fin de las fuerzas oscuras, y la fructificación de este mensaje que se os ha dado, vendrá al unir vuestra palabra con la mía.
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Quién?, decídmelo. No será ni el morador, ni ese espíritu falso, pues vosotros lo habéis visto tal como es. Ahora solo tenéis que liquidarlo por la Palabra, por el Llamado a los Arcángeles, y permanecer firmes mientras ellos atan al Mal y liberan el Bien.
Cuán rápido es el descenso del Bien Divino dentro del templo de aquel que, no solo de palabra y voto, sino en la acción más resuelta, ha demostrado al Todopoderoso que él resistirá y seguirá resistiendo, ¡que él resistirá y seguirá resistiendo, que él resistirá y seguirá resistiendo!
Vengo a vosotros, pues habéis llegado a la puerta de mi corazón. Así que, en vuestra presencia se hace una declaración. Por lo tanto, os digo, en las palabras del Arcángel a través del profeta: ¡Consolad, consolad, consolad a mi pueblo!
¡Elevad vuestras voces, oh puertas! ¡Elevad vuestras voces en alabanza y acción de gracias!
Me inclino ante la Luz del corazón de mi amado Saint Germain, mi padre, mi amigo, mi profeta, mi verdadero hermano. Por lo tanto, con Saint Germain, estoy agradecido en esta hora por la salvación de una nación hasta la demostración de su Cristeidad individual y universal.
Que podáis reservarme un lugar para mí en esta cena de Acción de Gracias.
Por el signo del Inmaculado Corazón de María, conquistamos el tiempo y el espacio.
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