OTRA LEYENDA NAVIDEÑA
Cuenta una leyenda que un 24 de diciembre de un año desconocido
un exitoso hombre de negocios se apuraba a llegar a la carnicería antes de que cerraran.
¿Va a comprar su pavo de Navidad? - preguntó un amigo.
No. Hot dogs - respondió el hombre.
Después explicó cómo, años atrás, un fracaso rotundo en sus negocios le había quitado toda su fortuna. Había tenido que enfrentar la Navidad sin trabajo ni dinero para regalos, y con menos de un dólar para comprar comida.
Ese año, él, su esposa y su hija pequeña dieron las gracias antes de cenar y comieron hot dogs.
Toda una jauría de ellos - rió.
Su esposa le había puesto a cada salchicha, palillos de dientes que simulaban las piernas, y pajitas para las colas y los bigotes. Su hija estaba fascinada, y contagió su alegría a todos. Después de la cena dieron gracias de nuevo por el momento más amoroso y festivo que habían tenido jamás.
Ahora es una tradición, dijo el hombre. Hot dogs para la Navidad, nos recuerda ese feliz día cuando nos dimos cuenta de que nos tenemos los unos a los otros y de nuestra capacidad de reír y celebrar.
Esta pequeña y anecdótica historia nos permite recordar que Jesucristo, quien dio origen a la Navidad, debe ser nuestro motivo para vivir los valores familiares de la fraternidad y la unidad y que no es importante el banquete que se pueda servir esa noche, sino que lo que se sirva sea compartido cuenta una leyenda que un 24 de diciembre de un año desconocido un exitoso hombre de negocios se apuraba a llegar a la carnicería antes de que cerraran.
¿Va a comprar su pavo de Navidad? - preguntó un amigo.
No. Hot dogs - respondió el hombre.
Después explicó cómo, años atrás, un fracaso rotundo en sus negocios le había quitado toda su fortuna. Había tenido que enfrentar la Navidad sin trabajo ni dinero para regalos, y con menos de un dólar para comprar comida.
Ese año, él, su esposa y su hija pequeña dieron las gracias antes de cenar y comieron hot dogs.
Toda una jauría de ellos - rió.
Su esposa le había puesto a cada salchicha, palillos de dientes que simulaban las piernas, y pajitas para las colas y los bigotes. Su hija estaba fascinada, y contagió su alegría a todos. Después de la cena dieron gracias de nuevo por el momento más amoroso y festivo que habían tenido jamás.
Ahora es una tradición, dijo el hombre. Hot dogs para la Navidad, nos recuerda ese feliz día cuando nos dimos cuenta de que nos tenemos los unos a los otros y de nuestra capacidad de reír y celebrar.
Esta pequeña y anecdótica historia nos permite recordar que Jesucristo, quien dio origen a la Navidad, debe ser nuestro motivo para vivir los valores familiares de la fraternidad y la unidad y que no es importante el banquete que se pueda servir esa noche, sino que lo que se sirva sea compartido con amor, con humildad, que sea un verdadero tributo de cumpleaños para Jesús. Que ÉL los bendiga y conserve con bien derramando sobre vuestras vida luz, amor y con amor, con humildad, que sea un verdadero tributo de cumpleaños para Jesús.
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