Argen un joven huérfano aguarda en el lecho de muerte de su tía que estaba preocupada por su futuro porque le consideraba demasiado débil. Tras mendigar muchos años, llegó a una granja que cambió su suert
Argen se había quedado huérfano a muy corta edad. Su tía, una mujer de fuerte carácter, había cuidado de él durante la infancia. En aquel país y durante aquellos años la vida era muy difícil. En su lecho de muerte, su tía le había dicho
-Argen, estoy preocupada. Eres débil ¿Cómo te ganarás la vida cuando yo falte?
Durante el entierro de su tía, un lejano pariente le había ofrecido trabajar en sus campos. Argen lo había rechazado de buenas maneras.
-Gracias, pero no podría trabajar en tus campos. Soy débil.
A partir de entonces Argen mendigaba cerca de los templos viviendo de lo poco que podían darle aquellos pobres labradores. Para empeorar las cosas aquel año se produjo una fuerte sequía. Los campos estaban marchitos y muchos pozos se secaron. Argen deambulaba por todo aquel desierto alimentándose de los restos de las cosechas, de algunas frutas y de lo poco que podían darle las buenas almas que encontraba.
Un día llegó hasta una casa de labranza, muerto de sed y se acercó a pedir un poco de agua. En la casa vivían una mujer viuda, que estaba enferma, y sus cuatro hijos.
-El pozo está medio seco, apenas nos queda agua, pero bebe un trago-le dijo ella.
Cuando salía de la casa los chicos le miraban. El mayor no pasaba de los siete años. Una niña pequeñita se abrazó a sus piernas. Argen la levantó cariñosamente y le dio un beso.
-No salgáis a la calle. Hace demasiado calor- le dijo Argen al mayor.
 Se acercó al pozo que tenía tan poca agua que la cuerda se había quedado corta. Salió de las pequeñas tierras de la viuda. Los niños le miraban desde la puerta.
Argen volvió al poco rato. Llevaba una cuerda que empalmó a la del pozo. Estuvo sacando agua hasta llenar todas las vasijas que tenía la viuda. Pero el pozo estaba casi seco así que pidió a esta unas herramientas y, dejándose llevar por su intuición, buscó un sitio que creyó apropiado y se puso a excavar la tierra. Durante días y días siguió cavando y sacando el agua del pozo medio seco para que todos pudieran beber. Argen sudaba metido en las profundidades del nuevo pozo pero seguía cavando y cavando hasta que pudo encontrar agua. Con las pocas semillas que conservaba la viuda pudo sembrar trigo y otros productos de la tierra que fue regando con agua del pozo nuevo a la espera de una buena cosecha. Cuando acabó de sembrar los campos estaba agotado, pero aquella familia sobreviviría.
Argen se casó con la viuda y se hizo agricultor. Cultivaba sus campos con mayor dedicación que nadie y, poco a poco, empezó a prosperar.
Un día aquel lejano pariente que le había ofrecido trabajo en sus campos fue a verle. Argen le enseñó su trabajo y el pariente , admirado, le preguntó: ¿Cuando descubriste que no eras débil?
Argen sonrió recordando aquel momento y exclamó : Me lo dijo una niña que se abrazó a mis piernas.
Autor: Javier Miguel