Para reflexionar...(21-23/07/12)
¿Un Arroyo O Un Océano?
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"Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta
agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que
yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le
daré será en él una fuente de agua que salte para vida
eterna " (Juan 4:13, 14).
Un misionero, en India, estando prójimo a una fuente, habló:
"Jesus es el Agua de la Vida". Una chica, de una gran
religión no cristiana, interrumpió: "Su religión es como
éste pequeño arroyo de agua. ¡Mía es cómo un gran océano!"
"Sí", dijo el misionero, "pero existe una diferencia: Cuando
el hombre bebe a agua del océano, muere de sed. ¡Cuando bebe
del agua de la vida qué Cristo da, vive para siempre!"
El flujo es pequeño, pero puede satisfacer su sed.
Jesucristo entró en el mundo como un pequeño bebé, mostrando
que nadie es tan pequeño o insignificante que el grande Dios
no venga a morar adentro de él.
Muy feliz y bendito es el hombre que experimenta de esta
fuente maravillosa que es Cristo. El mundo y sus chascos se
quedan para detrás. Las frustraciones y las derrotas
constantes desaparecen. Las angustias son olvidadas, la
alegría verdadera pasa a ser la compañera diaria en todas
las ocasiones. Jesus es, sí, la fuente de felicidad que el
hombre tan ardorosamente busca.
Las grandes religiones no pueden expresar el amor que el
Señor coloca en nuestros corazones. No pueden sembrar la fe
que mueve y estimula nuestros días. No consiguen incutir en
las vidas la bendición de una vida eterna como a que Dios
nos dispuso. Mejor un pequeño arroyo con satisfacción que un
gran mar sin cualesquiera perspectivas.
Hay personas que viven corriendo tras océanos, sin si dar
cuenta de que la felicidad se encuentra en un pequeño
riachuelo. Tienen la bendición, pero, no están satisfechas.
Quieren más... y más... ¡y acaban no teniendo nada!
Jesus es nuestra pequeña fuente de alegría... ¡mayor que
todos los océanos juntos!
*****
¿Un Arroyo O Un Océano?
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"Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta
agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que
yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le
daré será en él una fuente de agua que salte para vida
eterna " (Juan 4:13, 14).
Un misionero, en India, estando prójimo a una fuente, habló:
"Jesus es el Agua de la Vida". Una chica, de una gran
religión no cristiana, interrumpió: "Su religión es como
éste pequeño arroyo de agua. ¡Mía es cómo un gran océano!"
"Sí", dijo el misionero, "pero existe una diferencia: Cuando
el hombre bebe a agua del océano, muere de sed. ¡Cuando bebe
del agua de la vida qué Cristo da, vive para siempre!"
El flujo es pequeño, pero puede satisfacer su sed.
Jesucristo entró en el mundo como un pequeño bebé, mostrando
que nadie es tan pequeño o insignificante que el grande Dios
no venga a morar adentro de él.
Muy feliz y bendito es el hombre que experimenta de esta
fuente maravillosa que es Cristo. El mundo y sus chascos se
quedan para detrás. Las frustraciones y las derrotas
constantes desaparecen. Las angustias son olvidadas, la
alegría verdadera pasa a ser la compañera diaria en todas
las ocasiones. Jesus es, sí, la fuente de felicidad que el
hombre tan ardorosamente busca.
Las grandes religiones no pueden expresar el amor que el
Señor coloca en nuestros corazones. No pueden sembrar la fe
que mueve y estimula nuestros días. No consiguen incutir en
las vidas la bendición de una vida eterna como a que Dios
nos dispuso. Mejor un pequeño arroyo con satisfacción que un
gran mar sin cualesquiera perspectivas.
Hay personas que viven corriendo tras océanos, sin si dar
cuenta de que la felicidad se encuentra en un pequeño
riachuelo. Tienen la bendición, pero, no están satisfechas.
Quieren más... y más... ¡y acaban no teniendo nada!
Jesus es nuestra pequeña fuente de alegría... ¡mayor que
todos los océanos juntos!
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