lunes, 20 de febrero de 2012




Acepten que un ser de luz ya no podrá seguir trabajando en una empresa de fábrica de armas y seguir siendo un estimado padre/madre de familia. Acepten que un ser de luz ya no podrá seguir siendo un soldado o un policía antidisturbios, autómata a las órdenes que se le dictan, sin plantarse si lo que está haciendo está en contra de su corazón y de su ser interno. Acepten que un ser de luz ya no podrá seguir siendo un investigador vendido a los oscuros intereses de cualquier empresa farmacéutica o de ingeniería genética, evitando plantarse los efectos para el mundo de sus propios descubrimientos.

Queridos, ese mundo felizmente ha terminado y la convulsión de lo que ven a su alrededor es sencillamente la manifestación de ese profundo cambio de paradigma. Queridos, les estamos hablando de despertar, de conciencia. La conciencia es congruencia y una vez que se produce el despertar en cada uno de ustedes nada vuelve a ser igual. No teman este cambio, pues es realmente el final de su mundo conocido, el derrumbamiento de los paradigmas instaurados en la conciencia humana, esas ideas e imágenes colectivas que se implantaron en el mental colectivo de la humanidad y que se aceptaron como verdades sin discusión. Abracen ese final de su mundo conocido pues de lo que les está hablando es de su propia y feliz liberación que les lleva a ser seres plenos emponderados de todo su poder consciente de creatividad, de dicha y de luz. Ese es el regalo de estos tiempos en su amado planeta, la Nueva Tierra que sólo podrán ver aquellos que miren con los ojos sintonizados a la nueva frecuencia del amor y de la unión con lo que les rodea.

Ha llegado un tiempo muy especial y muy propicio para todos los seres encarnados en esta nave galáctica que es el planeta Tierra. Es el Tiempo del Poder. Y aunque somos conscientes de que esta simple palabra (el poder) a muchos de ustedes, sobre todo a aquellos con una conexión espiritual más tendente a la manifestación, les produce un gran temor y rechazo, les decimos que es su propio ego el que crea ese temor al no entender el verdadero poder al que nos referimos. No es el poder del ego del que estamos hablando. Hablamos precisamente de su final. El Poder del que hablamos es el Poder de su esencia Divina, del Espíritu encarnado sobre la tierra, de su esencia Crística que despierta sobreponiéndose y transcendiendo el limitado estado de la mente humana. Ese Reino que no es de este mundo es el que ahora felizmente llega a través de cada ser en la tierra cuya mente se ha rendido, se ha apartado y se ha entregado a la energía del corazón, para a través de esa entrega permitir que la Divinidad tome el mando y se exprese aquí, en el mundo material, en esta dimensión que por tantos siglos y milenios ha estado separada del amor y del corazón.

AA Miguel a través de Keshavananda




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